Escogeremos los frutos que se vean más brillantes y sanos de las plantas que hayan resistido bien a las plagas y al clima, pero ni muy pequeños ni muy grandes. Así se va reproduciendo cada especie hasta obtener las características que queremos en las siguientes generaciones.
- Cortaremos el fruto hasta que esté muy maduro, un poco más de cuando se cosecha para comer, pero que no llegue a pudrirse.
- Lo abrimos con cuidado para no romper las semillas y le sacamos el centro jugoso con una cuchara .
- Lo que obtuvimos lo ponemos en un recipiente de vidrio, cuidando que las semillas queden cubiertas por la pulpa del jitomate.
- Se dejará reposar durante tres días encima del refrigerador o encima de algún lugar donde no le pegue el sol pero que se mantenga el calor.
- Pasados los tres días se formará una capa blancuzca, es normal, para este tiempo las semillas están bien maduras.
- Las lavaremos en el chorro de agua con una rejilla o maya para quitarles el líquido resultante del reposo.
- Se dejarán secar a la sombra, cuidando que no estén amontonadas o pegadas entre sí, pues al secarse y querer separarlas se podrían romper.
- Al final las guardaremos etiquetándolas con la fecha de recolecta.
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